La crisis actual, de alcance mundial y naturaleza sistémica, ha mostrado la necesidad de una mayor coordinación de las políticas macroeconómicas. Esta necesidad de coordinación es mas imperiosa en el ámbito de la UE y todavía mayor en el ámbito de la Unión Económica y Monetaria.
La crisis es la consecuencia de los persistentes desequilibrios mundiales, de la política monetaria excesivamente permisiva, de la debilidad de la regulación y supervisión financiera, de la cooperación internacional inexistente que pueden resolver las fluctuaciones de los tipos de cambio y de las contradicciones entre las políticas comerciales, financieras y monetarias mundiales.
Para evitar que se repita una crisis similar a la actual es necesario, en consecuencia, poner en marcha un sistema monetario internacional capaz de evitar excesivas fluctuaciones y establecer cambios mas equitativos entre las distintas divisas, una política comercial capaz de luchar contra las tentaciones proteccionistas y evitar al mismo tiempo el dumping ambiental, laboral o fiscal, una mayor convergencia de las regulaciones financieras, una mayor cooperación de los supervisores y en general una mayor coordinación de las políticas económicas de los distintos actores.
Reformas de este calado solo serán posibles acentuando el multilateralismo de las instituciones que dirigen la economía mundial y que dando más protagonismo a las economías emergentes. En este sentido hay que avanzar en los acuerdos adoptados por el G20. El reforzamiento del G20 y del foro de estabilidad financiera deben llevar a una cultura de supervisión común y a la convergencia de las normas contables.
La crisis ha puesto de relieve la necesidad de coordinar las políticas económicas de la UE. La UE ha reaccionado con rapidez y decisión y ha evitado un colapso financiero, pero esta reacción se ha debido más al liderazgo por alguno de sus líderes que a la existencia de un sistema de coordinación económica operativo en el seno de la UE. Es necesario tener en cuenta la situación de la balanza por cuenta corriente y de la deuda publica para fijar los presupuestarios de cada país. Es necesario también definir los instrumentos y procedimientos adecuados para garantizar que los Estados miembros cumplan los objetivos fijados en la Estrategia 2020 si queremos que se cierre con un éxito.
En la Eurozona La necesidad de una coordinación económica es aun más evidente. A día de hoy no existe un actor capaz de coordinar las políticas económicas de la misma manera que dirige la política monetaria del BCE.
Una Gobernanza económica reforzada debe garantizar de forma eficiente un análisis compartido de la situación macroeconómica, la discusión de opciones políticas y la adopción de estrategias y políticas económicas adecuadas, ya sea como respuesta inmediata ante situaciones de crisis financieras o económicas, o para abordar reformas estructurales.
Europa necesita reformar su gobernanza económica para salir de esta crisis con garantías, para volver a la senda del crecimiento y la creación de empleo sostenible, y para ser un actor relevante en el nuevo contexto económico mundial.
En este nuevo contexto internacional, la competitividad será el nombre del juego. Para recuperar la competitividad perdida es bueno ver lo que han hecho nuestros socios en Europa.
lunes, 22 de febrero de 2010
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